Un paseo por las pequeñas y acogedoras ermitas que pueblan el vasto territorio benissero son un placentero viaje en el tiempo hacia lo rural.
La gran extensión del término municipal de Benissa propició el desarrollo de muchas partidas rurales dispersas por el mismo. Las vías de comunicación entre los diversos núcleos existentes eran deficientes y esto motivó, a principios del S. XIX, la construcción de pequeñas iglesias en las partidas más pobladas como en Sta. Anna, Pinos, Benimarraig, Lleus, Benimarco y Pedramala. Estas ermitas se levantaron a instancias de la iglesia y con la ayuda de sus habitantes, para cubrir las necesidades religiosas y educativas de los feligreses, pues también se construyeron pequeñas escuelas cercanas a las ermitas para la educación de los niños. Las partidas se convirtieron así en minúsculos núcleos urbanos. En las menos pobladas, las casas señoriales contaban con su capilla privada, y allí se realizaban los actos religiosos.
Salvo el caso de la Ermita de Santa Ana, cuya edificación data de 1613, todas las demás tienen su origen en los primeros años de 1800.